SOLO SUCEDIó UNA NOCHE: MICHAEL JACKSON Y PRINCE EN EL MISMO ESCENARIO, CON JAMES BROWN COMO ANFITRIóN

Es algo sabido. Michael Jackson y Prince nunca fueron amigos. Durante las décadas en las que sus carreras transcurrieron de forma paralela, mantuvieron una aversión mutua. Dicen que no se soportaban. Por eso, que los dos iconos coincidieran en el mismo escenario, fue algo insólito. E histórico. Algo que solo sucedió una noche. Y fue gracias a James Brown.

Una mirada retrospectiva. El recuerdo de una noche mágica e irrepetible. Casual. Sucedió un 20 de agosto de 1983, con el legendario Teatro Beverly de California (hoy demolido) repleto de público. Actuaba uno de los más grandes e influyentes artistas de todos los tiempos. El ‘Padrino del Soul’. Mr. James Brown. Vestía un escotado y largo chaleco verde a juego con el pantalón. En un momento del concierto, anunció que había alguien ‘escondido’ entre el público. Era alguien que, como el resto, disfrutaba de la energía de Mr. Dynamite y que a sus 25 años estaba en la cima del mundo. Unos meses atrás había publicado su obra maestra, Thriller.

Brown pilló desprevenido al ilustre espectador: “Me dijo que no lo hiciera, pero tengo que hacerlo… un hombre joven al que vi crecer cada vez más. Muy tranquilo, muy humilde, muy hermoso y lleno de talento… está sentado detrás de ustedes, ni siquiera sabían que estaba ahí”. Y empezó a llamarle una y otra vez: “¡Michael Jackson!, ¡Michael Jackson!... Tienes que venir y decir algo. ¡Vamos, Mike, ven y di algo!”. Efectivamente, Michael Jackson estaba ahí, con su chaqueta azul a lo ‘Sgt. Pepper’ y gafas oscuras. Intentando pasar desapercibido. Ante la insistencia, no le quedó más remedio que ‘salir y decir algo’. Los allí presentes ni se imaginaban lo que iban a vivir esa noche. Aunque solo fueran unos segundos.

Ya en el escenario, y después de susurrarle algo al oído (‘¡cómo me haces esto’!) se acercó al micrófono, entonó unas breves líneas al estilo del maestro e hizo algunos de sus emblemáticos pasos de baile, incluido el reciente ‘moonwalk’ que enloqueció a todos. Pero la cosa no terminó ahí. Había otro V.I.P. disimulado entre la gente. Y Michael lo sabía. Se acercó a James y le debió decir algo así, “Prince está aquí y tienes que traerle al escenario”. Según la rumorología, el ‘soul man’ no le conocía en ese momento. Todavía no había publicado Purple rain, aunque ya empezaba a hacer ruido con su álbum 1999 (1982).

James Brown, confiando en su amigo Michael, le llamó, “¡Prince!, ¡Prince!”. E invitó al escenario a la joven promesa de Mineápolis, conminándole a que también contribuyera: “Prince, tienes que hacer algo”. Y Prince emergió de las sombras subido a caballito sobre su famoso guardaespaldas Big Chick. Se quitó ambos guantes con los dientes, los lanzó al público, y apareció en escena. Evitó el micro. En su lugar, cogió prestada una guitarra de uno de los miembros de la banda de Brown y exhibió su talento con el instrumento. Finalmente, se despojó de la chaqueta y, con el torso desnudo, jugó con el pie de micrófono, imitando algunas de las maniobras y contorsiones características del progenitor del funk. Antes de marcharse, echó abajo una farola, una parte del atrezzo del escenario.

Para Prince no fue una buena noche. Estaba decepcionado y avergonzado. Así lo contaba Susan Rogers, ingeniera de sonido de Prince, en ‘The Bryant Corbitt Radio Show’. Al parecer, había sido una táctica de Michael, su oportunidad de humillarle, de demostrar que era mejor que él. Prince sabía que Michael era un cantante fantástico. Por eso pidió la guitarra. E hizo algo que Michael no haría nunca. Mostrarse sexy despojándose de la chaqueta. Y cometió el error fatal de bailar… con Michael Jackson observándole.

Prince sintió que había cometido muchos errores. Creyó que había sido utilizado. Y cuando abandonó el recinto junto a su equipo, en su limusina, les preguntó, “Ha sido terrible ¿verdad?”. En aquel momento, todos le respondieron, “No, Prince. Estuvo fantástico”. Él, sentado en la parte trasera del coche, tenía la cara blanca. Se había dado cuenta de que nadie a su alrededor le iba a decir la verdad: “Mis mejores amigos me mienten”. El episodio se lo contó Jesse Johnson (guitarrista de su grupo de funk rock The Time) a Susan Rogers: “Prince se puso en casa ese vídeo una y otra vez. Para él fue uno de los momentos más vergonzosos de su carrera”.

Michael Jackson y Prince mantuvieron durante décadas una prolongada enemistad. Ninguno de ellos habló públicamente de esa animosidad que impidió que volvieran a coincidir. Aunque hubo intentos. Por eso, las dos actuaciones improvisadas en el concierto de James Brown, se convirtieron en una página inédita en la historia de la música. La única vez que los dos genios compartieron el mismo escenario. Aunque no cantaran juntos.

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