EL ROJO DE RCN / EL OTRO LADO, COLUMNA DE ÓMAR RINCóN

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El rojo de RCN / El otro lado, columna de Ómar Rincón

La historia de 'Rojo Carmesí' parece salida de uno de los tantos comerciales que se pasan sobre productos de belleza.

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Caracol volvió a reinar porque a RCN no le funcionó poner a su escándalo de redes La casa de los famosos frente a esa costumbre llamada Desafío, ese acuario que se pone de fondo para el comedor.

Una cosa quedó demostrada: ser escándalo de redes (La casa de los famosos) no trae rating de TV (El Desafío). Son dos modos de éxito distinto. La histeria digital, sobre todo la de X, es para pasiones de egos y nada más. La televisión sigue siendo de rituales lentos de contemplación emocional. (Lea también: Dejemos a Morris ser feliz) RCN llegó con su nueva telenovela Rojo Carmesí. La historia parece salida de uno de los tantos comerciales que se pasan sobre productos de belleza: que labial, que rojo, que carmesí, que seducción. Pero esto es solo la apariencia, detrás está el melodrama clásico: envidias, mala gente, sueños capitalistas, amores interesados.

La historia es sobre emprendimiento o rebusque, ese modo seguro de fracasar, pero con estilo

El canal dice que “Juana y Jorge son una pareja de enamorados y emprendedores, quienes buscan ingresar a la industria de cosméticos con Rojo Carmesí. Valeria no estará tranquila hasta tener a Jorge y Rojo carmesí para ella sola. La ambiciosa Valeria dueña de VR no querrá ver como Jorge y Juana contraen matrimonio, pues en sus planes, solo habrá espacio para uno”. Todo es parecido a las telenovelas de siempre. Y es que las telenovelas son estética de la repetición: contar lo mismo una y otra vez, donde el goce y placer están en las variaciones que cuentan y hacen seductora la historia. Y en encontrar un algo singular que hace que todo funcione. Por el casting se defiende ya que Laura León es un actriz simpática y extrovertida, Carolina Gaitán hace de histérica con tumbao, Carlos Báez es el galán que para seducir es chistosito, Marcelo Dos Santos se repite en el prepotente malosito, y don Kepa de afectuoso abuelo.

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La realización es un gran comercial de labial: todo higiénico, luminoso, de pasarela. Todo luce muy limpio. Nada. Hay cosas tan inverosímiles como que el gerente de una gran empresa ande en buseta y otras vainas menores que no importan. Termina uno de verla. Y se pregunta dónde está el detalle singular: ¿la simpática protagonista? ¿el chistocito galán? ¿el viejito creador de la fórmula? ¿los amantazgos del villano? ¿los cosméticos? ¿La musiquita que parece de ascensor o clínica? No se le ve esa cosa singular, eso que la hace única. No es la protagonista o la villana o el kalif de la memoria o el recuerdo de la abuela, es el emprender. La historia es sobre emprendimiento o rebusque, ese modo seguro de fracasar, pero con estilo.

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Una fórmula de éxito en estos días: El emprendimiento es el sueño capitalista. Y si se “viste” con labial como de seducir parece que el fracaso no existe. Los coach dicen que no hay que tener talento o estudiar, solo basta con dios, buena onda y “tener un propósito”. ¿Bastará con eso para Rojo Carmesí? Parece que no.

ÓMAR RINCÓN Crítico de televisión [email protected]

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