FETICHE DE ARTISTAS, PRINCESAS Y ESTRELLAS DE CINE: EL ANILLO TRINITY DE CARTIER CUMPLE UN SIGLO

“LA PRIMERA BANDA ES PARA TI, la segunda es para mí y la tercera es nuestro amor”. Cuando Jean Cocteau quiso tener un detalle con su amante Jean Marais, no lo dudó un segundo: se presentó en su establecimiento de confianza en la parisina rue de la Paix, encargó una sortija idéntica a las dos que él mismo llevaba en el dedo meñique y ordenó grabar esa frase. Quizá sin saberlo, el poeta estaba alimentando un mito, el de que la maison diseñó ese anillo ex profeso para él. Una leyenda urbana que no hace sino acrecentar la leyenda real de uno de los diseños más célebres de la joyería contemporánea: el Trinity de Cartier. Y que, en realidad, había sido creado unos 15 años antes —en 1924— por Louis Cartier —nieto del fundador de la casa—, que cuando quiso recrear el vínculo fraternal con sus dos hermanos, Pierre y Jacques, en una joya tuvo claro que se trataría de una alianza con tres filas de oro entrelazadas.

Desde entonces, el Trinity de Cartier, una pieza de líneas limpias y proporciones perfectas, como no dudan en describirla desde la marca, ha conquistado a estrellas de Hollywood —las instantáneas de los actores Alain Delon, Romy Schneider y Gary Cooper dan fe de ello—, princesas de cine —Grace Kelly— y, en definitiva, a todo esteta que busque un símbolo tan sutil como rotundo del savoir faire francés. También un objeto que pueda transmitir de generación en generación, y por supuesto entregar como símbolo de afecto, de amistad y, en definitiva, de amor.

Por eso cuando a Marie-Laure Cérède, actual diseñadora de la maison, se le pasó por la cabeza reinventarlo, lo primero que hizo fue echarse a reír. “Parecía un reto imposible de abordar. Precisamente por esa razón, decidimos intentarlo”, admite. El resultado es una reedición del brazalete de 2000, un auténtico objeto de culto; una versión más grande de la sortija y otra en forma de cojín a la que llegó por azar, “trabajando el volumen a mano: amasando el material, enrollándolo y comprimiéndolo hasta aislar una dirección creativa”, explica sobre su declaración de amor a la joya más icónica de Cartier. La que dice “Te quiero” en tres palabras.

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